Cuando a mi me invitaron a este lugar, estaba yo con el
tormento característico de tener que expresarme en prosa, no soy un pensador
lógico, no soy un buen pensador, tengo la suerte de ser poeta, en el sentido en
que como poeta, puedo comenzar una frase queriendo decir una cosa y para el
momento que la termino me he contradicho.
Pero esto es algo que Gould Whitman, el gran poeta americano dice: si, yo me contradigo a mi mismo muy bien, bueno me contradigo.
Para hacer este tipo de contradicción al frente de una sala como esta, con embajadores y demás personajes distinguidos es aterrador, y por otro lado no es aterrador porque evidentemente somos todos seres humanos, quiere decir que la responsabilidad de un diplomático, de un embajador es la conciencia y yo pensé que si voy a hacer algo como esto, pues tal vez deba elegir no una pieza en prosa en la que tal vez pueda decir cosas que se puedan pronosticar como el gran futuro que nos espera a todos o el gran futuro que no nos espera a todos, solamente hay dos versiones de esto ¿verdad?, y hacer algo en medio del camino, entre los dos.
Así que lo que voy a hacer aquí para tal vez ponerlos a todos Uds. en esta posición es decirles un poema, pero voy a tratar de hacerlo porque los poetas siglo XX muy a menudo no se sienten alentados a decir mucho especialmente en verso sobre ningún tema, y sin embargo lo que tenemos que ver nosotros alrededor nuestro en el mundo, tiene que ver con la conciencia, tiene que ver con la responsabilidad, y tiene que ver con lo que nos infligimos a nosotros mismos en el sentido que a veces no estamos dispuestos a aceptar los horrores que han sucedido en el siglo XX, parecería que se están perpetuando a sí mismos en el siglo XXI constantemente y este organismo donde yo estoy el día de hoy se preocupa de estos horrores, algunos inimaginables, otros que se repiten.
Pero esto es algo que Gould Whitman, el gran poeta americano dice: si, yo me contradigo a mi mismo muy bien, bueno me contradigo.
Para hacer este tipo de contradicción al frente de una sala como esta, con embajadores y demás personajes distinguidos es aterrador, y por otro lado no es aterrador porque evidentemente somos todos seres humanos, quiere decir que la responsabilidad de un diplomático, de un embajador es la conciencia y yo pensé que si voy a hacer algo como esto, pues tal vez deba elegir no una pieza en prosa en la que tal vez pueda decir cosas que se puedan pronosticar como el gran futuro que nos espera a todos o el gran futuro que no nos espera a todos, solamente hay dos versiones de esto ¿verdad?, y hacer algo en medio del camino, entre los dos.
Así que lo que voy a hacer aquí para tal vez ponerlos a todos Uds. en esta posición es decirles un poema, pero voy a tratar de hacerlo porque los poetas siglo XX muy a menudo no se sienten alentados a decir mucho especialmente en verso sobre ningún tema, y sin embargo lo que tenemos que ver nosotros alrededor nuestro en el mundo, tiene que ver con la conciencia, tiene que ver con la responsabilidad, y tiene que ver con lo que nos infligimos a nosotros mismos en el sentido que a veces no estamos dispuestos a aceptar los horrores que han sucedido en el siglo XX, parecería que se están perpetuando a sí mismos en el siglo XXI constantemente y este organismo donde yo estoy el día de hoy se preocupa de estos horrores, algunos inimaginables, otros que se repiten.